martes, 5 de noviembre de 2013

Entre quintas y embargos


Hace tiempo que en Santa Cruz de la Sierra vive bajo una nube negra que oscurece las posibilidades de transformación democrática.  Esta vez no se trata de las siempre tortuosas relaciones entre poder central-poder local, sino de lo que pasa en casa: de un gobierno municipal despótico y sumido en un mar de críticas. 

La teoria urbana hace hincapié en la posición privilegiada de las ciudades como locus de transformaciones políticas. Precisamente, las ciudades en Occidente tienen una larga tradición histórica de participación que se traduce en activismo, protesta y reivindicación. Desde la Edad Media hasta el presente, los principales cambios que los Estados Modernos han sufrido, se han gestado en ciudades. Gracias a ello, las ciudades lograron crear espacios de elección de autoridades, derechos civiles y laborales, políticas de inclusión que incluyen vivienda, servicios básicos, seguridad, y mas participación política. No por nada la cuestión urbana fascina por el potencial de transformación y de creación de ideas de diversa índole.  

Quienes se movilizan e intentan crear plataformas ciudadanas, lo hacen porque buscan defender un proyecto de ciudad y por ende, de sociedad. En el caso de Santa Cruz de la Sierra, uno de los momentos mas importantes en la historia política urbana fueron las luchas cívicas del 11% en 1959. A raíz de ello, se logró crear un modelo de ciudad basado en valores especificos: cooperativismo y servicios basicos. 

Si bien este modelo tuvo amplia vigencia, las reformas neoliberales lo destruyeron. Desde la década de 1990, la ciudad se encuentra carente de propuestas políticas de cambio. Por supuesto, no ayuda la ausencia de institucionalización de la administración publica local, la carencia de políticas de desarrollo que incluyan indicadores urbanos, defensa de los derechos ciudadanos, las prácticas clientelistas enraizadas en las juntas vecinales y el menosprecio a la planificación. 

El resultado es una ciudad en donde la critica se prohibe, produciendo en consecuencia una ciudad embargada. Las autoridades corruptas y despóticas persiguen sus propios intereses económicos  sumidos en una espiral de negociados. Los resultados están a la orden del día: el despojo ilegal de sus puestos a concejales electos, despidos forzosos para complacer al presidente por motivo de reclamos legítimos, arbitrarias políticas de crecimiento urbano sin justificación, constantes ataques a la prensa y a la ciudadanía. 

En este contexto, el conflicto por la Quinta Municipal cobra un lugar estratégico. Podrá la ciudadanía responder al desafío de luchar por el bien común? Entenderemos como cruceños lo que está aquí en juego? Basta de atropellos y de arbitrariedades. Basta de lucrar a costas de quienes viven y creen en Santa Cruz con la excusa de ser "servidores y amigos". Nuestra ciudad se merece más que eso. O no? 

viernes, 1 de noviembre de 2013

Sobre la omisión del himno cruceño

La omisión del himno cruceño en el acto oficial del 24 de septiembre puede interpretarse de dos maneras. Por un lado, puede otorgársele el beneficio de la duda a los responsables de organizar este acto. Se puede pensar que, efectivamente, fue un error humano. Sin embargo, existen errores imperdonables, debido al costo de la imagen pública de un gobierno o de sus líderes.
Estas situaciones, comunes en política, suelen costarles el cargo a los funcionarios que incurrieron en el error. Esto es algo que debería ya haberse planteado por los organismos responsables del evento y enmendado de inmediato, pidiendo disculpas y dimitiendo al encargado de su puesto. Sin embargo, en Bolivia estamos acostumbrados a que este tipo de error sólo reciba una reprimenda superficial.
La segunda interpretación de lo sucedido apela a la coyuntura política poco favorable para los intereses regionales que está viviendo Santa Cruz. En este contexto, la omisión del himno cobra un sentido simbólico, dado el repentino apego del empresariado cruceño al poder masista y el aparente abandono de los valores democráticos que deberían defender una economía social de mercado por un simple oportunismo económico, un pragmatismo coyuntural que apela a la protección de los intereses capitalistas, tanto cruceños como del gobierno.
Lo sucedido no podría estar más cargado de ironía, y el olvido de incluir al himno termina siendo una demostración física de los cambios producidos en el campo político. Esto es un hecho incuestionable.
Por supuesto que lo sucedido, dado el momento en que esto ocurre, generó malestar, y no es para menos. Al margen de la molestia entre los sectores defensores de la causa cívica y del respeto que los símbolos oficiales merecen, este hecho acompañó un momento importante para la historia política regional, en donde las fuerzas privadas deciden “poner de lado” las diferencias ideológicas, culturales e históricas exacerbadas por el propio gobierno, olvidándolas y negando que éstas fueron casi innegociables (las mismas marcarán por décadas la conciencia colectiva regional).
¿Fue el resultado de algo premeditado, fue un error humano o fue algo simbólico? Quizás nunca sabremos esto a cabalidad. Lo que sí sabemos ahora es que a veces la realidad se compone de ironía y que, ante la bofetada que este error causó a la ciudadanía, terminaremos poniendo la otra mejilla.


Autor: Ana Carola Traverso

Para ver el artículo original:
http://www.semanariouno.org/index.php?c=Portada&articulo=Sobre-la-omision-del-Himno-Cruceno&cat=1&pla=3&id_articulo=1524