domingo, 22 de septiembre de 2013

Santa Cruz 2.0 y la Deuda Social*

Pasado, presente y futuro se tejen en una red de escenarios en mi mente al intentar imaginarme una ciudad mejor. No me queda otra alternativa, ya que el presente es un panorama preocupante para quienes creemos en las reformas urbanas. Al idealizar el futuro de la ciudad, pienso en los asuntos pendientes: servicios sociales ausentes que nadie menciona, pero que ya están encendiendo focos de alarma entre aquellos cautos que saben de estas cosas. Desde un presente color naranja, opto por navegar hacia un futuro verde esperanza, intentando crear utopías –por ahora fragmentarias– de una ciudad mejor.


La ciudad que anhelo será diferente a la que veo hoy. Será un lugar con gente que conoce su pasado, valorando los años transcurridos. Estará libre de mitos falsos sobre sí misma, porque entenderá sus complejas raíces y la grandeza de su gente. Recordará que sus abuelos fueron hombres pobres pero nobles. Reconocería que su genialidad histórica radicó en ser levantista, en creer en sí misma, en saber que se merecía algo mejor y que podía construirlo. Sabrá que el mejor momento en su historia fue cuando forjó un modelo de Gobierno a la cruceña: autárquico, basado en valores de autogestión.

La Santa Cruz de la Sierra que sueño reconocerá cuánto avanzó en formar a sus vastas filas de trabajadores no calificados, entendiendo que la globalización la tomó por asalto. Seguirá siendo una ciudad joven, pero la población estará constituida por personas que pueden ejercer su profesión libremente con salarios decentes y que sueñan con crear empresas. Será una ciudad que apueste por generar empleos y servicios innovadores, donde la creatividad de sus habitantes tenga eco. 

En esta ciudad del futuro, el respeto será una norma común de conducta. Se confiará en el otro, no se le tendrá miedo y primará la igualdad en el trato. Será solidaria. Las familias de clase trabajadora tendrán a quién acudir para el cuidado de sus niños. Los jóvenes cultivarán su espíritu imbuidos en el arte, aprendiendo a ser ciudadanos dignos. Los adultos mayores también contarán con asistencia. 
Se podrá viajar desde Montero hasta El Torno en tren sin paros ni incomodidades. Habrá una conciencia general sobre la salud, el ejercicio, la nutrición y la limpieza. Seremos una ciudad verde. Lejos estará la visión de una ciudad a la que solo le importaba el cemento y el hormigón, porque escucharía el pulso popular. Apostará por alejar a sus habitantes del crimen, la pobreza y el olvido.

Pasado, presente y futuro sirven para recordar lo doloroso que fue sufrir los vejámenes producidos por gobiernos tiránicos, por lideres déspotas, ignorantes y traidores de la democracia y de su pueblo. En este futuro ideal se tendrá presente que casi perdimos la batalla contra la corrupción, el narcotráfico y el centralismo estéril. Habremos castigado la desidia de villanos y rufianes que creyeron que el poder es eterno, pero que olvidaron que su infamia se las cobraría la historia.

Al imaginarme cómo llegar a este futuro de ensueño, me percato de que la vida en las ciudades puede fácilmente transitar del paraíso al infierno, ya que nosotros construimos nuestro propio entorno físico, social y espacial. Por ello, cambiar hoy es inminente. Soñar en colectivo, con un futuro urbano en donde la justicia social vale, es imperativo, devolviéndole a la gente la esperanza de una cuidad con futuro. Es que al fin de cuentas, soñar no cuesta nada.

*Fragmento de la nota: Un futuro igualitario y sostenible soñado por cruceños, escrita por Pablo Ortiz en El Deber, 22 de septiembre de 2013. El texto es de mi autoría. Para acceder al artículo original, haga click aquí: http://www.eldeber.com.bo/nota.php?id=130921102445